Comenta lo que te parece cada capitulo en Twitter, sólo tienes que poner #losochoguardianes y dejar tu comentario. ¡Lo esperamos!

jueves, 27 de octubre de 2011

Capitulo 5: El Guardián del Amuleto Sagrado (Carlota).

Los ocho amigos estábamos muy sorprendidos ante lo ocurrido. No sabíamos que existiera un noveno guardián. Nos quedamos callados hasta que llegamos a la casa de Roberto, que estaba situada en un barrio acomodado de la ciudad. Entramos en ella y me pareció una casa bastante normal.
-¡Lala!.- Exclamó.
Creíamos que llamaba a alguna persona, pero nos equivocamos.
Apareció una luz blanca y después de ella, una pequeña hada rubia con ojos claros. Llevaba un vestido blanco y una diadema de flores en la cabeza.
-Esta es Lala, mi hada. Lleva conmigo desde que supe que era el noveno guardián y, pronto, vosotras dos tendréis una.- dijo señalándonos a Erica y a mí.
-¿Cómo que mi hermana y yo si podemos tener una y nuestras amigas no?- pregunté.
-Sólo pueden poseerlas los descendientes directos de los Reyes de la Magia y los guardianes del amuleto sagrado.
-¿Estás insinuando que mi hermana y yo somos descendientes de los Reyes?- seguí preguntando.
-No estoy insinuando nada.
-Entonces... ¿Qué querías decir con eso?- preguntó Erica.
-Nada, ya lo averiguaréis.
Con esa duda, Roberto nos invitó a almorzar. Y, mientras lo hacíamos, una carta apareció delante del noveno guardián. La leyó varias veces antes de hablar de nuevo.
-Vuestra primera misión será derrotar a Anabella.
-¡Lo sabía!- exclamó Ania haciendo un gesto de triunfo con la mano.
-Tendréis que encontradla en el pasado y capturarla allí mismo.
-Parece fácil- dijo Carlos.
-Carlos tiene razón, parece fácil, pero ¿cómo viajaremos al pasado?- preguntó Héctor.
Todos miramos a Jorge, él tenía el poder de viajar al pasado.
-¿Yo?
-Si, tú, tú eres el guardián que tiene ese poder, con lo cual, el encargado de llevaros al pasado. Hasta el año de 1803.
-¿1803?
-Es el año en el que Anabella fue capturada por el mago Jeremías. Debéis saber que, casa minuto que pase en el presente, corresponde a un día en el pasado.
-¿Y cuando empezamos?- preguntó Erica.
-Cuando volváis a Link.
Y con un gesto de la mano, aparecimos en nuestras camas y profundamente dormidos. Al día siguiente, no nos acordaríamos de nada, pero algo en cada uno, nos decía que la primera misión se acercaba.

Era primeros de Octubre y por fin había llegado el momento de actuar.
Erica, Ania, Lyra y yo estábamos nerviosas. Esperábamos a los chicos en un aula que ya no servia como tal y estaban tardando. Me había sentado encima de la mesa del profesor mientras recogía mi largo cabello en una coleta; Ania andaba de un lado para otro; Lyra se había sentado en el suelo, a mi lado y mi hermana estaba apoyada en la pared. La puerta se abrió y por ella aparecieron los cuatro chicos.
-¿Por qué habéis tardado tanto?- preguntó Lyra poniéndose de pie.
-Porque... –Carlos me miró- A alguien se le ha olvidado algunas cosas.
-¡Caray!. Tienes razón- dije levantándome de la mesa.
-Es mejor que nos vayamos ya, antes de que sea más tarde.
-Gran verdad, Pablo- dijo Ania con una amplia sonrisa en los labios y un brillo especial en los ojos.
Nos pusimos en circulo e invocamos a nuestros amuletos y emblemas. La nube volvió a envolvernos y aparecimos con la túnica de los guardianes. Luego, hicimos un coro alrededor de Jorge. Éste hizo el esfuerzo, cerrando los ojos, de llevarnos a 1803.
Al abrir los ojos, descubrimos que habíamos aparecido en medio de un bosque.
-Parece el bosque que rodeaba la ciudad de las brujas- dijo Lyra, que se estaba quitando la tierra del vestido. Se había tambaleado al llegar y había caído al suelo.
Seguimos por un camino que había a la derecha. Nos dimos cuenta que, con esta ropa, no podíamos ir por la ciudad, así que, mi hermana usó un hechizo que hizo que nuestras ropas se volvieran las de la época.
Ahora teníamos que ir por la ciudad con cuidado si no queríamos ser descubiertos.
La calle principal era larga y poco ancha. Erica y yo nos paramos a preguntar, en una tienda de ropa, por el mago Jeremías.
-Perdón, ¿sería usted tan amable de decirnos donde vive el señor Jeremías?
-Por supuesto, vive en esa calle de al lado, señoritas.
-Muchas gracias, señor.-respondió Erica.
Salimos de la tienda y, con los demás, nos dirigimos a lugar que nos había dicho aquel hombre. Cuando entramos en aquella calle, vimos que sólo había una casa. Ania llamó a la puerta y nos abrió un hombre bajito.
-Buenas tardes, ¿es usted el señor Jeremías?
-Si, soy yo. ¿Para qué me buscáis? – dijo mientras nos hacía un gesto para que entrásemos en la casa.
Nos hizo sentarnos alrededor de una gran mesa y nos miró atentamente a las cuatro chicas. Vio que cada una teníamos una joya en forma de corazón, flor, estrella y luna. Preguntó sin más:
-¿Sois las guardianas?
Nos miramos y Lyra contestó:
-Si, hemos venido porque necesitamos su ayuda.
-¿Y qué puedo hacer yo?
-Usted capturó a la bruja Anabella y nuestra misión tiene que ver con ella.- continuó Lyra.
-¿Cómo?
Lyra siguió explicando la misión hasta el atardecer.
Sobre las nueve de la noche...
-Bueno, bueno, eso es lo que tenía pensado hacer esta noche. Creo que habéis venido un poco adelantados, pero podéis venir conmigo. Sé donde se esconde esa bruja- dijo el mago cuando Lyra acabó.
-¿Y como va a conseguir usted meter a Anabella en un cuadro y que dure hasta nuestros días?- preguntó Héctor.
-Se nota que no la conocéis del todo. Habréis estudiado o escuchado sobre ella, pero lo que no sabéis es que ella es la responsable de que hayan muerto los Reyes de la Magia de mi tiempo. Ella los mató para poder reinar, pero no ha salido como ella quería. Esperaba a que sus secuaces mataran a toda la familia, pero no consiguieron matar a la princesa Claudia. Por eso, ahora se quiere vengar sometiendo a todo el mundo.
-Que mujer más rencorosa- susurró Jorge.
-¿Os apetece cenar antes de combatir?. Necesitaremos mucha fuerza- dijo Jeremías y con un movimiento de su mano derecha, hizo aparecer la cena en la mesa donde estábamos sentados.
A una hora de la medianoche, partimos hacía donde se ocultaba la bruja, en un monte que se veía desde la ciudad.
Había algo que no nos esperábamos. La malvada bruja había comenzado a preparar su venganza.

lunes, 24 de octubre de 2011

Capitulo 4: La primera misión (Erica)

Estaba un poco nerviosa y se me notaba más cuando mi hermana o Carlos me hablaban. Yo sabía perfectamente que, lo que les había dicho la noche anterior, era mentira. Pero, por ahora, no quería decirles que ambos se gustaban. Era mejor que lo descubriesen por si solos.

Íbamos para clase de Futurología, cuando Carlota se apoyó en una pared para ponerse bien una bota y se puso tan blanca como donde estaba apoyada.
-¿Qué te pasa?- preguntó Héctor viendo la cara de mi hermana.
-He visto algo, ha sido una premonición- contestó.
-¿Sobre qué?- preguntó Ania.
-Sobre nuestra misión. Debemos ir a donde está el cuadro de la araña.
-Pablo sabe donde está.- dije entrando en clase.
-Nos reuniremos en nuestro sitio de siempre- dijo Ania sentándose en su sitio habitual.
La clase pasó rápida, e incluso la de Educación Física y, en un abrir y cerrar de ojos, nos encontrábamos en el almuerzo. Carlos y Héctor se encargaron de decirles donde habíamos quedado a Jorge y Lyra, después de la cena.
La tarde la pasamos haciendo deberes en la biblioteca, vamos un planazo. Por lo menos, hasta que pasó algo. Carlota pasaba las hojas de un libro, cuando reconoció la brisa que recorrió la sala. Dejó el libro y nos miró a los demás. Lyra pasó una nota, en la que decía que debíamos de actuar ya.


Después de cenar, nos fuimos para el salón de Agua e hicimos que nos quedábamos hasta tarde estudiando. Una vez que estuvimos seguros que todos estaban en sus habitaciones, nos marchamos.
Lyra nos esperaba en el vestíbulo.
Pablo nos guió por una puerta que había debajo de la escalera de Energía. Doblamos hacía la izquierda y vimos un pasillo con cuadros horrorosos. El chico se paró delante de uno donde había una araña rodeada de calaveras. Luego, señaló un letrero que tenía el cuadro debajo, que decía:
“Anabella era una bruja que tenía la capacidad de convertirse en araña para aniquilar a sus enemigos. Fue encerrada en este cuadro por el mago Jeremías en 1803”
-Deberíamos de averiguar qué crímenes hizo para que la enceraran en un cuadro- dijo Lyra.
-Creo que tengo un libro sobre eso- dijo Carlota.
-¿Puedes ir por él y reunirte con nosotros aquí?- preguntó Jorge.
-Claro- respondió.
-Voy contigo- dijimos al unísono Carlos y yo.
Fuimos por el libro. Mientras Carlota recogía el libro en nuestro dormitorio, Carlos y yo la esperamos en el salón. De pronto, escuchamos un grito y el ruido de un libro al caerse.
-¿Qué te ha pasado?- preguntó Carlos mientras llegamos alarmados a la habitación.
-Te he... te he...
-¿Qué pasa, Carlota?- pregunté.
Mi hermana se lanzó llorando a los brazos de nuestro amigo.
-Cuando he tocado el libro, te he visto muerto.
-¿Cómo que has visto muerto a Carlos?- pregunté.
-¿Será una premonición?- preguntó Carlos asustado.
-No lo sé, pero tengo miedo- contestó mi hermana mientras Carlos la abrazaba fuertemente.
-Hay que decírselo a lo demás.-dije.
Salimos de nuestro departamento y nos fuimos a reunir con nuestros compañeros. Mientras nos dirigíamos a la biblioteca, yo les conté a los demás todo lo sucedido. Mi gemela aún estaba un poco asustada para hacerlo.
-Esto va ya muy lejos. Hay que actuar.- dijo Lyra bastante seria.
-Si, pero...- Ania se calló de repente.
Se había escuchado un ruido muy fuerte que procedía de la biblioteca. Nos miramos. ¿Qué habría provocado ese ruido?
-¡La araña!- exclamó Ania.
-Eso no puede ser- dijo Héctor casi gritando.
-¡Calla!. Lo último que nos falta es que nos descubran- lo reprimió Carlos.
-Actuaremos mañana.- dije.
-¿Y por qué no ahora?. Podemos crear dobles nuestros para que nos sustituyan el tiempo que estamos fuera.- explicó Jorge.
-¡Pero eso es magia superior!. No sabemos hacer dobles.- exclamé haciendo ademanes con las manos.
-¿Te recuerdo quien tiene la capacidad de crear gotas astrales?- dijo Jorge.
Antes que discutiera con él, intervino Carlos.
-Podemos ir a donde está el cuadro y crearlos allí.
-Por supuesto, pero eso de crear dobles de nosotros así de golpe... –empecé a decir.
Nos dirigimos a las cocinas de nuevo. Al llegar allí, hice el esfuerzo para crear ocho gotas astrales exactas a nosotros. Cuando acabé, Lyra y Ania se encargaron de decirles a cada gota astral, lo que debían de hacer. Cuando se fueron, los verdaderos guardianes nos transformamos junto al cuadro.
-Carlos, ¿puedes recordar cuando salió la araña?- preguntó Pablo mientras vigilaba por si algún profesor había escuchado el ruido que habíamos hecho.
El chico tocó el cuadro y una luz, nos cubrió. Aparecimos a miles de kilómetros de Link.
-¿Dónde estamos?- preguntó Héctor mirando alrededor.
-Esto parece...- empezó a decir Pablo.
-¡El imperio Inca!- terminó Lyra.
-¿Cómo? No podemos estar aquí, debe de ser una ilusión óptica- dijo Carlos.
-Lyra está en lo cierto. Lo siento en el aire- dijo Carlota sonriendo.- Estamos cerca de la actual Argentina.
-¿Qué relación tiene Link y Argentina?- preguntó Héctor.
-Querrás decir entre la bruja y Argentina- dijo Jorge.
-Da igual, pero ¿qué pintamos aquí?- volvió a decir Héctor.
-Tenemos que averiguarlo. Además, no podemos ir así por la ciudad, ni siquiera con el uniforme del instituto- dijo Carlota.
-Vale, vale. Lo he entendido, hermanita.- dije y con un gesto de la mano, los hice cambiar de ropa. Después añadí:- Vamos.
Nos dirigimos hacía la ciudad más próxima. Hicimos autostop, pero pasó bastante tiempo antes que un coche se parara.
-¿Os llevo a algún sitio?- preguntó amablemente el chico que conducía el coche.
Era de pelo moreno y con ojos marrones. Llevaba, sobre su largo cabello, un sombrero.
-Si, lo agradeceríamos mucho- dijo Lyra.
Subimos y nos llevó hasta la ciudad de Buenos Aires. Casi llegando a la ciudad, nos dijo algo que nos dejó boquiabiertos a todos.
-Sé quienes sois: los ocho nuevos guardianes.
-¿Cómo lo sa... sabes?- preguntó Ania con voz entrecortada.
-Porque yo soy Roberto, el noveno guardián. El guardián del amuleto sagrado.
-¿Cómo?
-Es una historia muy larga...

jueves, 20 de octubre de 2011

Capitulo tres: Nuevos poderes y emblemas (Carlota)

La primera semana del curso había pasado y ya nos encontrábamos en la tercera semana del mes de septiembre.
-Hemos empezado la segunda semana del curso y aún no hemos recibido los poderes- se quejó Héctor la tarde del miércoles durante un descanso entre clases.
Los ocho estábamos sentados en el jardín que había a la entrada de Link. Nos habíamos hecho muy amigos desde el día que nos dijeron que éramos los nuevos elegidos.
-Cálmate, Héctor.- le dijo Erica- Ya llegaran.
-Me gustaría saber que elemento controlaré y que poderes poseeré- dije tumbada en la hierba junto a mi hermana.
-Te ha salido un perfecto pareado- dijo en tono burlón Carlos.
-Muy gracioso- le solté.
Carlos y yo, nos pasamos gran parte de la tarde, sonsacándonos el uno al otro.
Andábamos por un pasillo, camino de Agua, cuando mi gemela nos gritó:
-¡Os calláis o os hechizo a los dos!. Ya está bien, hombre, que lleváis toda la tarde con lo mismo.
Y nos callamos por nuestro bien. Mi hermana era capaz de hechizarnos si no lo hacíamos.
-No te pongas así, Erica- dije.
-Parecéis críos- añadió ella.
Llegamos a la puerta de nuestro departamento y, como si una mano invisible nos agarrara del cuello del uniforme, nos arrastraron hacia el aula de la profesora Smith.
A los pocos segundos, llegaron Ania, Lyra y Héctor.
-¿Qué está pasando?- preguntó Héctor incrédulo.
-No tengo ni idea- respondió Erica.
La puerta del aula se abrió por tercera vez y, por ella aparecieron Pablo y Jorge.
-Parece como si una mano invisible...- empezó a decir Jorge.
-... Nos hubiera traído hasta aquí.- terminó Carlos.
-¡Chicos mirad!- exclamó de pronto Lyra.
Todos nos giramos hacía donde nuestra amiga señalaba. Una mujer había aparecido de la nada en medio de una luz cegadora. No dijo nada, sólo levantó una mano y la puso encima de la cabeza de Héctor. Entonces dijo:
-Capacidades de ver en la oscuridad, hacer realidad, ultrasonido y desaparecer.
Luego, Pablo:
-Capacidades de rapidez, invisibilidad, crear escudo y fuerza.
A Jorge:
-Capacidades de orbitar, curar, viajar al pasado y hacer olvidar.
En el turno de Carlos:
-Capacidades de levitar, controlar el clima, recordar y movilidad de objetos.
Los poderes de Lyra:
-Capacidades de Hipnotismo, salto, atravesar cualquier superficie y respirar en cualquier lugar.
Ania estaba un poco tensa cuando la mujer puso la mano sobre su cabeza:
-Capacidades de telepatía, inmovilidad, abrir portal y hablar diferentes lenguas.
En cambio, Erica tenía una amplia sonrisa:
-Capacidades de empatía, paralizar, destrucción y proyección astral.
Y, por último, me tocó a mí:
-Capacidades de premonición, ilusionismo, transformación y de dormir.
Cuando nos concedió los poderes, dio unas palmadas y aparecieron cuatro serpientes enormes de humo. Luego, entraron dentro del cuerpo de nosotras.
-Carlota, tienes el aire a tu favor. Erica, tú el agua controlaras. Ania, la tierra es tuya y, para ti, Lyra, el fuego no quema. Juntas, haréis que la energía sea poderosa. Es mi deber advertios que, -dijo señalándonos a Ania y a mí- vosotras dos, mientras estéis transformadas, no podéis utilizar el poder del agua.
Después, chasqueó los dedos y, en el cuello de cada chico, apareció un emblema.
Lo último que dijo la mujer, nos dejó paralizados a los ocho:
-El peligro está aquí, Link. Lo descubriréis muy pronto.
Y desapareció sin más.


Durante la cena, no abrimos la boca. Al salir del comedor, Ania agarró a Lyra y la arrastró hacía donde estábamos los demás.
-Seguidme.
Nos llevó a un patio que había detrás del comedor. Volvió a hablar:
-Tenemos que averiguar cual es la pareja de cada amuleto.
-¿La pareja de cada amuleto?- preguntó Lyra sin entender nada.
-Una vez escuché a mi madre decir una frase, aunque no sé si será esa...- sacó su amuleto y dijo:- La flor es felicidad.
El amuleto de Ania se unió al emblema de Pablo.
-Carlota, tú a la luz; Erica, tú al amor y, Lyra, tú a la esperanza.
-La estrella es luz- dije y mi amuleto se unió al emblema de Carlos.
-El corazón es amor- el amuleto de Erica se unió al emblema de Jorge.
-La luna es esperanza- y el amuleto de Lyra se unió al emblema de Héctor.
Nuestros uniformes del instituto se volvieron las túnicas de los guardianes.
-¡Uau!. Esta tranformación es increible.- dije impresionada.
-¡Y que lo digas!
Nos miramos. Esta vez, la transformación fue diferente. Distinto tipo de túnicas, diferentes zapatos, diferentes peinados...
-¿Qué tal si probaís los poderes sobre los elementos?- preguntó Pablo.
-Me parece bien... ¡Aire!- exclamé levantando las manos hacía delante.
Una brisa se levantó por el patio. Bajé las manos y ésta, paró. Mi hermana hizo lo mismo, pero esta vez, el agua salió disparada hacía arriba desde la fuente del patio. Luego, probramos todas juntas la energía, con la concecuencia de que apagamos todas las antorchas que iluminaban el patio.
Sonreímos ante lo ocurrido.
-Es mi turno- dijo Lyra adelantandose.
Levantó una mano y de ella salió fuego. Hizo unas pequeñas bolas y las dirigió hacía las antorchas. Éstas se encendieron en unas décimas de segundo. Ania, a su vez, puso las manos sobre la hierba, que creció fuerte y brillante.
-Ahora, probad vuestros poderes- dijo Lyra mirando a los chicos.
-¿Nosotros?-preguntaron los cuatros.
-Venga, Jorge- dijo Erica emocionada y los otros tres lo empujaron hacía delante.
No probó el poder de orbitar, pues era el poder que tenía hasta ahora. Pero si viajó al pasado. Cuando volvió, Erica le preguntó:
-¿A qué año has ido?
-Me parece que al siglo XIX, por la ropa que llevaba la gente...
-Yo creo que, por hoy, está bien.-dijo Pablo rápidamente, antes que cualquiera dijera algo.
-¡Esperad!. No podemos ir así por el instituto- dije y saqué mi amuleto.
Éste brilló y, tanto mi túnica de guardiana como la de Carlos, volvieron hacer los uniformes del colegio. Las demás hicieron los mismo.
Al llegar al vestibulo, nos despedimos de Lyra.
-¡Oh, no!. Es la ronda de profesores.- susurró Carlos cuando vimos al profesor Valverde.
-¿Qué hacemos?
-Paralizo al profesor y, cuando pasemos, lo desparalizo- dijo Erica.
-Buena idea- dijo Pablo en una sonrisa.
Nos escondimos detrás de una esquina y esperamos a que el profesor pasara por allí. Cuando lo hizo, mi hermana lo paralizó. Los siete corrimos hasta salir del alcanze de su vista. Luego, Erica lo desparalizó.
Nos marchamos a dormir en cuanto llegamos a Agua.

Fuí a recoger mi libro de "Poesía Mágica", cuando choqué con Carlos. Sentí algo, como un hormigueo al chocar con él, aunque debía de admitir que sentía lo mismo desde hace unos días. El chico me preguntó que si estaba bien y yo asentí. Luego, me fui a dormir.
En la cama, me rondaron muchas preguntas por la cabeza. ¿Por qué había sentido aquello?, ¿a qué se debía?. Había chocado muchas veces con Carlos y nunca me había pasado esto, de eso estaba segura... Pero, ¿por qué me había sucedido esto ahora?. Seguro que sería una tontería. Me quedé dormida al instante sin hallar respuesta a aquellas preguntas.

A la mañana siguiente, y no sé el motivo, estuve sin hablarle a Carlos. Ania y Erica me preguntaron varias veces que si me pasaba algo con Carlos. Yo respondía que no, que no pasaba nada. Pero, la verdad es que me estaba comportando como una cría pequeña. Y era mejor solucionarlo.
Carlos debería de pensar igual que yo, pues a la salida de la clase de Física Mágica, mi amigo me agarró del brazo:
-¿Me quieres decir que te pasa conmigo?
-Nada.
-Si no te pasara nada, no estarías así.
-Bueno, sólo es una tontería. Véras...- y se lo conté.
Carlos se quedó sorprendido, pero dijo:
-A mí también me pasó lo mismo.
-¿Y por qué pasará?
-No sé. ¿Podrá Erica solucionarlo?
-Puede ser.
Llegamos tarde a clase y la profesora no nos dejó entrar. Al salir, Ania nos dijo que, lo más seguro, era que nos mandara más deberes. Y estaba en lo cierto, pero, además, nos regañó.

Después de la cena, Carlos, Erica y yo, nos reunimos en un rincón del salón para ver si mi hermana, con su empatía, podía averiguar lo que pasaba entre nuestro amigo y yo. Pero al cabo de diez minutos dijo:
-Eso era porque teniaís sueño.
-¿Segura?
-Si, esto no falla- dijo tocandose la cabeza.
-Si tú lo dices- dijo Carlos. Se levantó de la silla y se marchó a dormir.
Ania, Erica y yo hicimos lo mismo, aunque debía de reconocer que mi hermana gemela estaba un poco distraida.
Lo que ninguno de los ocho sabiamos era que, al día siguiente, empezarían las verdaderas sorpresas.

lunes, 17 de octubre de 2011

Capitulo 2: Empiezan las clases (Erica)

-¡Aaaah! ¡Malditas botas!-exclamé saliendo del pasillo donde estaba mi habitación y entrando en el salón- ¡Ya está!. Abrochadas.
Miré el reloj. Faltaban menos de cinco minutos para empezar la primera clase y éstas estaban en la otra punta del instituto.
-¡Llego tarde!- volví a exclamar.
-¿Te llevo?- detrás de mí, sonó la voz de un chico.
-¿Cómo?- pregunté mirando hacia tras y me quedé muy sorprendida.
Era un chico rubio, con ojos grises como los míos y un poco más alto que Héctor, el que me había hablado.
-Que si quieres, te llevo. Mi clase está muy cerca de la tuya. Vas a Defensa, ¿verdad?.
-¿Cómo lo sabes?
-Estoy en segundo y he pasado por todas las clases que tú tienes ahora.
-¡Claro, con razón!- susurré.
-¿No me he presentado?.¡Vaya!. Me llamo Jorge Suárez.
-Yo soy Erica Luna.
-Encantado. Vamos, si no quieres llegar tarde.- Jorge cogió su mochila y la mía.
Me la dio, me cogió del brazo y orbitó hasta la puerta de mi clase.
-Bueno... Hasta luego.- se despidió sin más.
-A... adiós- aún estaba algo sorprendida por lo que había pasado cuando entré en clase.
Me senté con mi hermana , la cual me preguntó al ver mi cara:
-¿Cómo has llegado tan rápido?. No hace ni diez minutos que te dejé en la habitación y los dormitorios están en la parte norte del instituto.
-He llegado orbitando.- dije emocionada.
-¿Has descubierto algún poder más?- preguntaron Carlos y Héctor volviéndose para atrás en sus asientos.
Saqué una libreta y un bolígrafo mientras contestaba:
-Un chico de segundo me ha traído.
-Sigo sin entender- dijo Carlota.
-Veréis, Jorge es de segundo curso y me ha traído orbitando- dije con una sonrisa ante la mirada incrédula de mis amigos.
Justo en ese momento, entró el profesor Rafael Béjar en clase. Era regordete, medía poco más de un metro sesenta y parecería un hombre normal si no tuviera el pelo color azul oscuro.
-Buenos días, soy el profesor Rafael Béjar. Espero que seáis buenos alumnos- dijo con una amplia sonrisa.
Acto seguido, en nuestros pupitres aparecieron los libros de Defensa. Nos ordenó que leyésemos el capitulo uno y que practicásemos los hechizos que él nos iba a explicar.
Media hora antes que el timbre sonase, volvió a hablar.
-Escuchadme un momento, chicos. A vuestros poderes se le ha unido el poder del elemento del departamento al que pertenecéis... - nos miramos y el profesor siguió hablando-... Practicaremos un poco los hechizos que vienen en el libro. Os pondré con alguien del otro departamento.
A mi hermana Carlota le tocó con la chica de la que Ania habló la noche anterior. Por lo visto, se llamaba Lyra.
-Carlota, tu amuleto- le susurré a mi hermana.
Lo miró y vio como brillaba. Luego, nos miró a Ania y a mí. Nuestros amuletos también brillaban.
¿Qué pasaba?. A Lyra también le brillaba algo en el cuello.
La clase pareció paralizada, salvo nosotras cuatro:
-Cuatro guardianas, cuatro amuletos...
-¿Qué...?- empezó a preguntar Lyra, pero se calló al instante por un gesto de mi hermana.
La clase volvía a estar en movimiento. Todo había vuelto a la normalidad.
Al poco tiempo, sonó el timbre y Ania propuso que quedásemos después de clases.
En la hora de la comida, Carlota le contó a Carlos, Héctor y Pablo todo lo sucedido en la clase. Ellos también habían estado paralizados.
-¿Cómo?. Esto suena muy raro- dijo Héctor.
-O puede ser... -empezó a decir Ania- Esto me suena a una historia que me contó mi abuela una vez.
-¿Una historia?. Esto cada vez me suena más raro.
-Ahora os la cuento en el salón, porque es largo de contar.
Terminamos de almorzar y subimos rápidamente al salón del departamento. No había nadie, así que pudimos sentarnos en los sofás alrededor de Ania, quien empezó a hablar, mirándonos uno a uno mientras lo hacía:
-Hace mucho tiempo, en el mundo no había divisiones, sólo existía un mundo. Los magos vivían en armonía con los hombres. No había discordia ni maldad. Cuatro dragones vivían en el cielo, supervisándolo todo y cada uno se ocupaba de un elemento: el dragón azul, del agua; el verde, de la tierra; el gris, del aire y el naranja, del fuego. Pero llegó el día en el que lo hombres querían dominar el mundo; así que, el Rey de la Magia, el Rey de los Hombres y el Dragón Naranja, tomaron una difícil decisión: crear tres mundos a partir de uno. El dragón del fuego entregó el disco sagrado. del cual tomaron la energía suficiente para crear los tres mundos: el mundo de la fantasía, donde vivirían las criaturas y plantas mágicas; el mundo mágico, donde estarían los magos y el mundo no-mágico, donde estarían los hombres.
>> Aunque en el mundo de los hombres, aún existía la discordia. Así que, la unión trilógica, es decir, el Rey de la Magia, el Rey de los Hombres y el Dragón Naranja, decidió crear una escuela mágica para encontrar a ocho guardianes que protegieran a los tres mundos y destruyesen la discordia de los hombres. Esta escuela se situaría en la frontera de los tres mundos.
>>Cuatro chicas y cuatro chicos serían los elegidos. Cada uno con poderes diferentes. Al encontrarlos, los dragones se introdujeron en el cuerpo de las chicas. De esa manera,, aumentaría su poder. A los guardianes se le entregaron un emblema a cada uno y, a las guardianas, un amuleto. Luz, Amor, Esperanza y Felicidad, eran los emblemas y, Estrella, Corazón, Luna y Flor, los amuletos. Cada generación de guardianes heredaría el poder de dominar un elemento y un poder que heredaban de padres a hijos. Todavía dura su misión- Ania terminó con aire misterioso.
-¿Quieres decir que nosotros podríamos ser...?- empezó a decir Héctor.
-¿... Los guardianes?- terminó Carlos.
-Si, aunque no estoy muy segura.-dijo Ania.
-¿Esto quiere decir que este amuleto que me dio mi abuela perteneció a una guardiana?- preguntó Carlota.
-Si, y el de Erica, Lyra y mío también. De eso si estoy segura.- dijo Ania sacando su amuleto al mismo tiempo que mi hermana y yo hacíamos lo mismo.
Un rayo blanco salió de cada amuleto. Se unieron en uno y una voz dijo:
-Unios con vuestros compañeros guardianes, vuestros amuletos os guiaran...
Los seis nos miramos.
-¿Vamos a ir?- preguntó Héctor.- Esto no me suena para nada bien...
-¡Que manera de empezar el curso!- exclamé- Vamos, tengo ganas de conocer a los otros guardianes, si es que es verdad que somos nosotros.
Salimos del salón. Bajamos las escaleras que había a la derecha. Luego, doblamos una esquina y seguimos caminando un rato hasta que llegamos al patio sur del instituto. Allí habían dos personas: un chico y una chica.
-¿Lyra?- preguntó Ania mirando a la chica pelirroja.
-¿Jorge?- pregunté yo.
Ambos se volvieron y comprobamos que si eran ellos.
-¿Vosotros también habéis escuchado esa voz de mujer?- preguntó Lyra y todos asentimos.
-Yo estaba haciendo los deberes, cuando la escuché - dijo Jorge y añadió señalando un brazalete con un símbolo un poco raro- Parecía que salía de aquí.
De repente, una nube plateada apareció en medio del patio. Había cuatro mujeres y cuatro hombres.
Ania, Lyra, Jorge y Carlos se quedaron de piedra.
-¿Papá?, ¿mamá?
-Somos nosotros- dijo una mujer rubia, que era la viva imagen de Jorge.
La reconocí de inmediato. Era una de las modelos más prestigiosas del mundo mágico y salía muy a menudo en la revista "Sal Mágica".
Cada uno iba con una túnica color crema. Nos pusieron en fila y una nube nos envolvió. Nuestros uniformes se volvieron las túnicas de los guardianes.
-Ya estáis todos. Aquí empieza una nueva amistad, manteneos unidos. Vuestros nuevos poderes os serán concedidos en breve.-dijo Diana, la madre de Carlos.
-¿Qué...?
Pero no hubo respuesta. Los antiguos guardianes desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos, aunque antes de hacerlo, el padre de Lyra dijo:
-El futuro está en vuestras manos, el primer ataque será aquí.
-¿Cómo qué...?- intentó Carlota de preguntar, pero fue en vano. Ya habían desaparecido.
-¡LO SABÍA!- gritó Ania.- Sabía que éramos nosotros los guardianes. Es que lo intuía.
-Ya, pero... – empezó a decir Héctor, pero parecía que no encontraba las palabras para expresar lo que quería decir:- Esto es tan misterioso...
Todos permanecimos callados. Tampoco sabíamos lo que decir.
Nos marchamos a nuestros departamentos y, al poner un pie en el pasillo, nuestras ropas volvieron a cambiar.
-¡Hasta luego!. Debo de llegar a Fuego rápido antes que la dichosa Casandra me castigue. Se cree la dueña del departamento.- añadió Lyra al ver nuestras caras de incredulidad.
Luego, nos despedimos de ella y se fue por las escaleras que bajaban hacía Fuego desde el vestíbulo. Los demás hicimos lo mismo, pero por la que subía hacía Agua.
Di tres palmadas mientras íbamos hacia nuestro departamento y empezó a sonar una musiquita.
-¿Cómo has hecho eso?- dijo Carlos.
-Está en el capitulo quince del libro Hechizos para futuros magos.- contesté mientras llegábamos a nuestro departamento.
Carlota miró su reloj y exclamó:
-¡Vamos a llegar tarde a clase!
Todos, menos Jorge, cogimos las mochilas y salimos deprisa hacía la clase de Levitación. Miré hacía detrás, antes de salir, y mi mirada se cruzó con la de Jorge.
Éste me sonrió y me sonrojé. Salí deprisa.

Al llegar a la puerta de clase, la profesora Ingrid Sáez, nos puso en pareja.
-¡OH, mirad!. Si son las hermanas Luna- dijo Susana Vega.
-¡Olvídate de nosotras!- exclamé mientras me sentaba con mi hermana. –Desde los diez años está así.
-¿La conocéis?- preguntó Ania sentándose detrás de nosotras.
Carlota y yo asentimos.
La profesora empezó a explicar en que consistía la levitación. Era fácil, si se ponía empeño.
Leímos el primer capitulo y practicamos algunos hechizos como en clase de Defensa. Por último, practicaron la levitación los alumnos que tenían ese poder, Carlos entre ellos.
La clase duró dos horas. Al salir, nos encontramos con Lyra con unas amigas que, como nosotros iban a cenar.
Cenamos en silencio y, después de la cena, nos dirigimos hacía el departamento de Agua. En el salón de éste, terminamos nuestros deberes. Cerca de las once de la noche, Jorge entró en el salón un poco despeinado y con un libro entre las manos.
-¿Qué traes ahí?- preguntó Héctor.
-He encontrado este libro en la biblioteca.
-¿Hay algo interesante en él?- pregunté haciéndome la interesada.
-He encontrado en él la misma historia que Ania contó- dijo Jorge sentándose en el sofá y buscando algo en el libro.
Luego, se lo pasó a Ania, quien lo leyó rápido y dijo:
-Jorge lleva razón, es la misma.
Cerró el libro y nos miró:
-Lo mejor es irse a dormir. Hoy ha sido un día muy raro. Muchas gracias por enseñarnos esto, Jorge- dijo Ania devolviéndole el libro.
-Si, es lo mejor- respondió Carlota.
La verdad, es que mi nueva amiga, tenía razón. Había sido un día muy raro.
Después de unos minutos, nos marchamos a dormir. Pero, lo que aún no sabíamos era que todavía nos quedaban muchas sorpresas que descubrir.

jueves, 13 de octubre de 2011

Capitulo Uno: El Instituto (Carlota)

-¡No me puedo creer la barbaridad de libros que tenemos que llevar al instituto!- exclamó mi hermana Erica mientras cogía sus libros y añadió: -Creo que prefiero el instituto normal.
-No te quejes tanto- le dije yo recogiendo unas cosas que tenía encima de mi tocador.
Me miré un segundo en el espejo. Tenía mi largo cabello castaño recogido en una coleta, aunque solía llevarlo suelto o recogido en dos coletas. Mis ojos grises, brillaban. Y mi silueta, no era muy delgada, algo que me gustaba bastante.
A mi lado, apareció una chica exactamente igual que yo, mi hermana Erica.
Éramos gemelas y teníamos catorce años. Lo único que nos diferenciaba era el pelo corto de mi hermana gemela.
Íbamos a empezar el instituto mágico. Éramos brujas y eso lo sabíamos desde muy pequeñas, pero ahora, era tiempo de controlar nuestros poderes y descubrir otros. Teníamos que empezar el curso allí, con lo cual, dejaríamos nuestro instituto y nuestros amigos normales, aquí. En nuestra antigua escuela habíamos dicho que estudiaríamos en el extranjero, ya que era una tradición familiar.
-No os desesperéis, hermanitas- dijo nuestro hermano Fran. Era muy parecido a nosotras, salvo que sus ojos eran verdes y tenía diecisiete años.
-¡Mira quien habla!. Tú vas a penúltimo curso- exclamé mientras metía un par de chalecos en mi maleta.
-Esa es la ventaja de ser mayor- bromeó mi hermano:- Os lo pasaréis muy bien.
-Si, sobre todo estudiando- dijo Erica un poco desesperada.
Al terminar de hacer la maleta, bajamos a almorzar. Nuestros padres ya estaban en la cocina.
-¿Ya lo tenéis todo?- preguntó mamá. Nuestra madre tenía el pelo rubio oscuro, ojos verdes y era preciosa. Su nombre era Daniela.
Atrajo un plato con un movimiento de la mano mientras asentíamos con un gesto de la cabeza y nos sentábamos junto a nuestro padre.
-Después del almuerzo, os llevaré al instituto- dijo él.
Papá era moreno, tenía los ojos grises como nosotras y era alto. Se llamaba Eduardo.
Y, efectivamente, después de almorzar, partimos hacía el instituto. Pero antes, papá y Fran fueron por nuestras maleta.
-¿Qué lleváis aquí?- preguntó Fran resoplando y dejando la maleta de Erica y la suya en el suelo.
-No te quejes, hermanito- dijo Erica y todos reímos.
Nos despedimos de nuestra madre. A mi hermana y a mí se nos escaparon un par de lagrimas mientras nos despedíamos de ella y papá dibujaba un circulo en el suelo del patio de casa. Fran, papá, Erica y yo, nos metimos dentro y, una especie de serpiente de humo blanco nos envolvió hasta hacernos desaparecer. Aparecimos en la puerta de lo que parecía un instituto normal. En la entrada, había una verja que lo rodeaba entero. Detrás de ésta y de un camino de piedra, que por sus lados había hermosos jardines, estaba el Instituto de Magia Link. Era un gran edificio de color cera y con grandes ventanas, que tenía otro edificio más pequeño anexo a él.
-Os tengo que dejar aquí- dijo papá en tono triste.- Os veré en vacaciones.
Erica y yo lo abrazamos y besamos mientras que Fran sólo le dio un abrazo. Luego, despareció en el momento en que unos chicos se acercaban a mi hermano mayor.
-¿Qué pasa Fran?. Veo que tus hermanas entran este año también.
-Si...- contestó Fran con tono distraído.
Una mujer apareció en la puerta del edificio del instituto y dijo:
-Los alumnos de cada curso que se agrupen, por favor
-Hermanas, os tengo que dejar. Luego os veré. ¡Adiós!
-¡Hasta luego!- exclamamos Erica y yo.
Varios segundos después de que mi hermano mayor se marchase, Erica volvió a hablar:
-Oye, ¿ese no es el hijo de Diana?
Me encogí de hombros, pues no sabía si podía ser él o no. Hacía tiempo que no lo veía. Mi hermana gritó:
-¡Carlos!- y un chico se giró. Tenía el pelo castaño oscuro, ojos azules y era un poco más alto que nosotras, pero no mucho. Se acercó.
-¡Hola!, ¿qué tal?, ¿te acuerdas de nosotras?. Somos Carlota y Erica- dijo mi gemela.
-Hola. Claro que me acuerdo- contestó- No creía que llegaríamos aquí nunca.
-¿Llegaríamos?- pregunté- ¿Aún sigues con lo de tu “amigo”?
Me acordaba aún que de pequeño, Carlos tenía un amigo invisible. Era algo que no se olvidaba muy fácil.
-No, he venido con mi amigo Héctor.- contestó un poco sonrojado.- Además, eso terminó hace mucho...
No había terminado de hablar, cuando un muchacho con el pelo color arena oscuro, ojos verdosos e igual de alto que Carlos, llegó.
-Me alegro que estés aquí. Llevo un rato buscándote, Carlos- dijo y, al percatase de nuestra presencia, se presentó: - Perdón, no me he presentado. Soy Héctor García y por lo que veo, ya conocéis a mi buen amigo Carlos Drago.
-Lo conocemos desde pequeñas- aclaré.
-¡Atención!- en la puerta había vuelto a aparecer la misma mujer- Me llamo Laura y soy la profesora de Educación Física. Ahora, poneos de cuatro en cuatro para que sea más fácil ver a qué elemento pertenecéis.- paró un segundo y luego continuó:- A los elementos que aspiráis son: Agua, Aire, Fuego, Energía y Tierra. Según vuestros poderes, iréis a un departamento u otro.
Mientras la profesora hablaba, Erica, Héctor, Carlos y yo, nos pusimos juntos. Laura nos hizo un gesto con la mano para que entrásemos. Subimos una pequeña escalera de dos peldaños.
-¿Habéis descubierto algún poder?. Yo tengo el poder de ver en la oscuridad- dijo Héctor.
-¡Qué guay!- exclamó Erica entusiasmada mientras entrábamos en el vestíbulo.
Éste tenía cinco escaleras: dos a la derecha, dos a la izquierda y una que bajaba del mismo suelo. La que subía a la derecha, iba hacía Agua y la que bajaba, a Fuego. De la que subía a la izquierda, se iba a Aire y de la que bajaba, a Energía. La que bajaba del mismo suelo, a Tierra. Lo sabía por papá.
-Yo sólo tengo el poder de la empatía- dijo Erica.
-Yo tengo la capacidad de levitar.- dijo Carlos.
-Y yo puedo tener premoniciones- añadí yo.
De repente, Erica me dio un codazo y señaló hacía la pared que había enfrente. Unas enormes puertas habían aparecido allí. Después, una luz cegadora inundó el vestíbulo y la ropa de todos, cambió. Los chicos aparecieron con camisas, corbatas, pantalones, chaquetas y zapatos blancos y las chicas con faldas, blusas, chaquetas y botas de caña alta, también en blanco.
-¡Uau!- exclamó una chica que había detrás mía. Me giré y vi que tenía el pelo negro y los ojos violetas.
Me quedé mirándola.
-¡Uy, perdón!- se disculpó.
Sonreí y dije:
-Hola, soy Carlota Luna y esta es mi hermana gemela, Erica. Ellos son Carlos y Héctor, unos amigos.- dije presentándonos a todos.
-Yo soy Ania y éste, es Pablo- dijo presentándonos a un chico también con el pelo negro, pero con los ojos negros.
Ya nos dio tiempo para nada más, porque la profesora Laura volvió a llegar:
-Llegó la hora.
Los nervios empezaron a apoderarse de mí. Entramos en un gran salón de ceremonias. En la tarima había bastantes sillas repartidas por los lados de dos grandes sillas plateadas adornadas, con lo que parecían rubíes y esmeraldas.
-Buenas tardes a todos. Para los nuevos, soy el director Daniel Bass y ella es Fiona, mi esposa y directora también. Y estos serán vuestros profesores: Ingrid Sáez, Levitación; Rafael Béjar, Defensa; Kate Macintosh, Zoología; Daniel Pitt, Futurología; Leo Ruiz, Hipnotismo; Cornelia Márquez, Transfiguración; Alonso Valverde, Física Mágica; Michael Black, Poesía y Literatura Mágica y Verónica Ramos, Pócimas.
A medida que los iba presentando, los profesores se levantaban.
-Bien- dijo la profesora Sáez. Era alta, rubia y sus ojos eran azules muy claros- Ahora os diremos a qué elemento perteneceréis.
Eché una mirada al salón. Bajo el estandarte de cada elemento, se encontraban los demás estudiantes. Vi a mi hermano junto a los alumnos de Agua.
Cada departamento tenía el uniforme de un color: Agua, azul; Aire, gris perla; Energía, blanco diamante; Fuego, naranja y Tierra, verde. Todas las chicas llevaban botas de caña alta en color negro.
-Señorita Martín- dijo la profesora y, la chica con la que hablé antes, salió del grupo. Se acercó a ella y le dijo:- Tu elemento es Agua.
-Señorita Vega.
Una chica con el pelo castaño claro, salió del grupo y la profesora la mandó a Tierra. Aquella chica la conocía, pero no me acordaba en aquel instante de quien era...
Tanto Carlos, Héctor, Pablo y Erica, fueron a Agua.
Quedábamos solo dos, un chico y yo.
-Señor Pérez- llamó la profesora Ingrid y lo puso en Energía.
Cada vez que la profesora decía el nombre del alumno y del departamento al que pertenecía, sus ropas se volvían del color del departamento.
Por último, me tocó a mí. Por suerte, también fui a Agua.
-¡Qué bien!. Ahora que todos estamos juntos, podíamos ser amigos, ¿verdad?- dijo Erica mirándonos a todos.
-Claro- dijo Ania.- Bonitos amuletos.
-¿Cómo sabes que son amuletos?- pregunté tocando el mío con forma de estrella.
Mi hermana hizo lo mismo con el suyo en forma de corazón.
-Porque yo tengo uno- contestó Ania sacando el suyo en forma de flor.
Mi hermana y yo nos miramos sorprendidas.
Salimos del salón de actos y nos dirigimos al comedor. Éste estaba decorado con los estandartes de cada departamento. Había seis mesas: cinco redondas y una ovalada donde estaban los profesores.
Los seis nuevos amigos nos sentamos juntos. Me percaté que en la mesa, los cubiertos, platos y vasos tenían el escudo de mi elemento. Las fuentes estaban repletas de riquísimas comidas.
-¿Sabéis?.- preguntó Ania mientras se servía un poco de sopa.
-¿Qué?
-Aquí en Link hay gente de todas las partes del mundo.
-¿Si?. Yo creía que sólo había de aquí- contestó Héctor partiendo un trozo de carne.
-¿Veis esa chica de allí?- dijo Ania señalando con la cabeza a una chica pelirroja y con ojos verdes de Fuego. Todos asentimos- Pues es mitad española, mitad inglesa.
-Me parece que tienes el poder de la telepatía.- dijo Héctor.
-Si, es un poder muy particular en mi familia.- contestó la chica con una sonrisa.
Cuando terminamos de cenar, nos dirigimos a nuestro departamento. Subimos por la escalera que vi antes en el vestíbulo. Héctor y Erica se quedaron mirando a la chica de Fuego. ¿Qué les atraía de aquella chica?. Era algo mágico, pero en ese momento no lo sabían... o eso pensaba yo.
Llegamos al pequeño salón del departamento Agua. Era cuadrado, de una de las paredes salía una cascada. Toda la estancia estaba pintada de azul. Los sofás eran de agua. Incluso el fuego era azul, pero desprendía un agradable calor.
Los chicos fueron por la puerta que había al lado derecho del fuego y, las chicas, por el izquierdo. Al tenderme en mi cama, después de ponerme el pijama, me quedé profundamente dormida.
Lo que no sabíamos era que seríamos los elegidos para un cargo muy importante. Pero aún no estábamos todos, faltaban dos compañeros, aunque a uno ya lo habíamos encontrado, pero no lo sabíamos.
Los tres amuletos brillaron aquella noche en nuestros cuellos...